LA SEGURIDAD PRIVADA YA TIENE SU DÍA (más o menos).

La Orden Int/704/2013, de 10 de abril ha venido a instaurar, de modo oficial, el 21 de mayo como «Día de la Seguridad Privada». Esta fecha conmemora el día en que Carlos I, allá por 1518, emitió la que sería la primera orden sobre seguridad privada.

Mucho ha llovido desde entonces. Sin embargo, me atrevo a decir que, de la misma forma que estoy seguro que entonces los encargados de ejecutar aquella orden estaban mal pagados y peor considerados, sigo estando cierto en la idea de que no se ha avanzado gran  cosa en cuanto a reconocimiento y prestigio social. Quizá, a la postre, la explicación haya que buscarla en la antigua figura del verdugo, señor al que el Estado recurría para ejecutar las penas de muerte y que luego nadie deseaba sentar a su mesa, ni siquiera tener cerca. Se le despedía, como a Judas, con su bolsa de monedas y sin una palabra amable. Si acaso, con miradas de desprecio. «¿Cómo podrá hacer eso este señor?», se preguntaban las mentes bien pensantes, los jueces, por ejemplo, que habían emitido la condena, los ciudadanos que iban a ver con la merienda en el zurrón la ejecución, …  Por eso se tapaban la cara. Por eso, y no solo por motivos de seguridad personal, se la tapa hoy la policía, por eso se la desearía tapar tantas y tantas veces el vigilante de seguridad si le dejaran.

Volviendo al Día de la Seguridad Privada, tuve el honor de ser invitado y acudí al centro policial de Betoño, en Vitoria. La ceremonia fue austera y los canapés también, como corresponde a los tiempos y al sector. Y además no había gente allí de pico fino, pues entre maderos y seguratas no nos andamos con remilgos y estamos acostumbrados a comer tortilla de cantina y vino peleón. Pero, qué quieren que les diga, a mi me gustó. Me dio la oportunidad, por primera vez en diez años al frente de un centro de formación, de salir de la oficina, ponerme un traje y ver cómo a algunos conocidos y ex alumnos  les daban un diploma. Estuvo bien y quiero repetir el año que viene.

Entre las autoridades, el Delegado de Gobierno de la Comunidad Autónoma, los Subdelegados de Vizcaya y Guipúzcoa y el Jefe Superior de Policía, así como otros mandos del Cuerpo Nacional de Policía con responsabilidades en seguridad privada, incluso se vieron un par de uniformes militares. Ningún ertzaina, policía autonómica que tiene competencias en la materia y cuya ausencia me parece una falta de respeto.

Yo quisiera que hubieran estado presentes algunos de esos políticos a los que los escoltas protegieron el culo durante un par de días, allá por la Edad Media, cuando dicen que en España hubo terrorismo. Pero se ve que no pudo ser. Acaso los canapés no estuvieran a la altura.