Conflicto en la Ertzaintza: Tour y elecciones, la tormenta perfecta.

Si en la vida hay que ser modesto, no cabe entender este artículo, post o como quiera cada uno llamarlo, sino como el desahogo de una persona que ha dedicado treinta años a la tarea policial en esta tierra, ingrata como pocas con quienes desempeñan nuestro oficio. Soy consciente de que en el tema que hoy traigo no lloverá a gusto de todos y lo que a unos les parecerá poco, otros lo considerarán exceso, un meterme donde no me llaman, y no faltará quien crea ver en mis opiniones sesgos políticos que no busco de ninguna manera. Tres décadas en esto si para algo me han servido es para haberme desencantado de todos los partidos, instituciones y cargos que nos ordenan la vida a los ciudadanos. Obligado a elegir entre lo malo y lo peor, ya ni voto y esos días aprovecho para ir a la playa o a tomarme algo en bares vacíos a la salud de quienes se van a pasar los próximos cuatro años con un salario de entre setenta y cien mil euros como parlamentarios. Dietas y complementos aparte. Aclaro también que fui sindicalista, que lo intenté hacer lo mejor que pude, que a cambio coseché expedientes y malquerencias de compañeros y que la única medalla que puedo ponerme en puertas de la jubilación es la de salir como entré, siendo un sufrido agente de la escala básica.

Desde la perspectiva que estas experiencias me han dado, contemplo con preocupación el actual conflicto en la Ertzaintza. También con benevolencia, todo hay que decirlo, porque si un tío que ha matado a no sé cuántos tiene derecho a reclamar que lo pongan en la calle, estimo que los policías lo tendrán también a demandar mejoras laborales. Los que hemos vivido toda la historia de la policía vasca en democracia hemos asistido, con más rabia que asombro, a su decadencia en manos de políticos a los que la Ertzaintza les importaba lo justo, limitándose a utilizarla como trampolín de aspiraciones más altas. Ninguno, a excepción de Juan María Atutxa, se embebió del espíritu policial, ni se relacionó con sus miembros de base, ni se interesó por los problemas derivados de esta profesión (depresión, suicidio, muertes en accidente o a manos de criminales, heridos, y discapacidades producidas en acto de servicio). Ninguno. Con el paso de los años, de ser uno de los cuerpos mejor dotados, pasó a los refuerzos forzosos por falta de personal, a apiñarse en furgonetas roñosas, a ver cómo su material antidisturbios se sustituía por protecciones corporales para que les dolieran menos las pedradas, animando así a los violentos a agredirles en proporciones de diez a uno o más; de ser una policía con magníficas condiciones laborales y de dotación, a escatimarles cualquier mejora y, finalmente, a dejar correr la friolera de doce años sin sentarse a negociar el convenio. Cada pizca de avance se la han tenido que arrancar con sudor y sangre los sindicalistas al Gobierno Vasco. Y han sido pocas, muy pocas. Tanto, que la gente ha estallado y nos encontramos ahora mismo en una situación que nadie imaginó.

En este contexto, me preocupan mucho las palabras del lehendakari, ese señor con tan escasa oratoria, que ha dicho en un acto público que “la Ertzaintza no puede perder el respeto de la sociedad vasca”. Será de la que aún se lo mantiene. No ha caído en la cuenta de que el respeto se lo había perdido ya una parte de ella, la de los violentos, los delincuentes y la gentuza carne de Código Penal a los que ellos como políticos alentaban cada vez que, ante una intervención grabada por cualquier soplagaitas con el móvil, en lugar de sacar la cara a sus agentes y denunciar como manda la Ley a quien sacaba sus rostros en las redes, anunciaban la apertura de expedientes disciplinarios sin preguntar siquiera qué había pasado. El respeto se lo habían perdido ya los menores que hacían botellón en la pandemia y los hinchas del fútbol que, a la llegada de la Brigada Móvil, entre risas y alborozo los sacaban a botellazos de la calle porque los que mandan les daban orden de retirada inmediata, con gran menoscabo del principio de autoridad. Se lo había perdido el mundo radical que les acomplejó tanto con el caso Cabacas, que prácticamente compraron la idea del asesinato policial y se pusieron de perfil en lugar de salir todos los días a decir la verdad, que aquello fue un accidente, un desgraciado accidente con resultado fatal, como los cientos que suceden a los médicos, a los pilotos de avión o conductores de autobús y que generan y han generado a lo largo de la historia muchísimas más víctimas sin que nadie les llame asesinos, como hace gente que se sienta en escaños al lado de los suyos y a los que sonríen en el Parlamento. Y así, fueron ustedes los primeros que perdieron el respeto a una institución que se les hizo difícil, pesada e incómoda, tanto que a lo mejor ponerse a su lado podía suponer una traba en su carrera política de mierda. Tanto que, como dije antes, era preferible llenar el hospital de ertzainas (“es su trabajo”) a que aparezca un tipo con un moratón en el Facebook.

Pero si alguien se ha llevado la palma en todo este circo, si una persona ha caído en la indignidad máxima de herir de muerte el prestigio de nuestros policías, ha sido Itxaso Atutxa, la presidenta del Bizkaiko Buru Batzar. El análisis de sus declaraciones deja entrever un tufo autoritario que no alberga dudas de por dónde camina su ideología. Que la Ertzaintza ha dejado de ser una policía especial para ser un cuerpo más, ha dicho. Qué miedo me da eso. ¿De verdad quiere usted una policía especial? Le recuerdo las que lo han sido en la historia: la Gestapo de Hitler, la NKVD de Stalin, la DINA de Pinochet y la Policía Armada de Franco en los estertores de la dictadura. No, señora, no. No quieren ser especiales los ertzainas, sino profesionales, ni quieren depender de otra cosa que de la Ley que han jurado defender. Prefieren igualarse con cualquier cuerpo policial de cualquier país democrático. Y eso a usted se ve que no le gusta, pero a mí sí. Mucho.

Otra de sus perlas, que por tener ojos hemos tenido que leer, es que el conflicto lo maneja “alguien de fuera, sin nombre y sin cara”. Señora, por favor, no manipule. Yo he visto muchas caras en las fotos del conflicto que recogen los diarios, a ninguno he visto encapuchado. Con lo de “alguien de fuera” no deja usted claro si se refiere a alguna potencia extranjera, que bien pudiera ser que los coreanos del norte, tengan algún interés en montársela a ustedes antes del Tour, o a esos otros coreanos que en los últimos años, desde que no reclutan ya ustedes en los batzokis, han entrado en el Cuerpo. Hasta negros tengo entendido que hay. Convendría en este punto que se fueran enterando ustedes de que el mundo ya no tiene fronteras, que ya no hay nadie de fuera de ningún sitio, que todos nos comunicamos con compañeros de cualquier rincón y que no hay nada malo en ello. Sé que sus tiros van por la línea de acusar al colectivo ese que tanto les preocupa, el de ERTZAINAS EN LUCHA, de ser próximos a JUSAPOL, otra agrupación nacida del descontento en el seno de la Policía Nacional y a la que el gobierno de la nación se ha hartado de vincular con VOX, con la extrema derecha y con todo lo que pueda poner a la sociedad en su contra para con ello intentar tapar su propia ineficiencia, la miseria de quienes les han despreciado tanto y durante tanto tiempo que esta gente, harta de menosprecios, se ha echado al monte. No venga usted también con ese cuento, ¿los cuatro mil que se manifestaron eran todos de extrema derecha? ¿eran de fuera? ¿usted cree que alguien que no sea ertzaina se va a pasar el día a una manifestación de ertzainas? No, amiga. Son nuestros y les han dicho a ustedes que hasta aquí han llegado, que les escuchen, que se sienten a negociar con ellos pero de verdad y con voluntad de acuerdo. Y, por cierto, si les gustara JUSAPOL, si votaran a VOX, ¿qué?, harán lo que les dé la gana, que para eso son mayorcitos. Pregúntese, si está convencida de eso, qué han hecho ustedes para que sea así y no den por sentado que los policías somos un hatajo de borregos que les vamos a regalar el voto y el sueldo aunque nos las den todas en el mismo lado.

No voy a entrar en las reivindicaciones de los ertzainas, ni en si la forma adecuada para hacerlas valer es juntarse en una plataforma independiente de la interlocución sindical, allá ellos. Lo que a mí no me quita nadie de la cabeza es que, en vísperas del Tour y de las elecciones generales, mucho miedo han tenido que meter al Gobierno Vasco para que quienes lo dirigen hayan perdido la cabeza hasta el punto de decir las cosas que se han dicho. Nada más, termino expresando mi cariño y mi apoyo al cuerpo policial de mi tierra, a sus sufridas familias y a esa chavalería que, a pesar de todo, sigue empeñada en hacer de su vida un reguero de sinsabores convirtiéndose en ertzainas. Y un saludo a Bujanda, el jefe que en un acto de recuerdo a los muertos comparó a los ertzainas que protestan con los terroristas. Todo un crack de la diplomacia.

2 Respuestas a “Conflicto en la Ertzaintza: Tour y elecciones, la tormenta perfecta.

  1. Ojala tuviera tu talento para escribir compañero, haces un resumen casi completo que suscribo punto por punto.
    Aunque quizás no has visto algo que subyace en el fondo de este coflicto, las graves responsabilidades del Departamento de Seguridad en la perdida de los principios que reclaman a los humildes patrulleros que día tras día y noche tras noche, se esfuerzan todavía para defender la SEGURIDAD PÚBLICA de sus familias, sus amigos, sus vecinos, y en definitiva de su COMUNIDAD. Mientras el Departamento ha fomentado el peloteo, la libre designación, el clientelismo y estructuras que poco (o nada en muchos casos) añaden al esfuerzo de los ertzainas de las Comisarías y Unidades de Tráfico en la Protección Ciudadana. Para lo cual no han dudado en integrar en sus redes a las propias ORGANIZACIONES SINDICALES que han permitido el CLIENTELISMO de la LIBRE DESIGNACIÓN, el macrocentro de Erandio y la proliferación de estructuras centrales y medidas en pro de la «IGUALDAD» que llegan al ridículo ante la impavidez sindical, amenazando el objetivo de la propia Seguridad Ciudadana.
    Suscribo al 100% el saludo a la «competencia» del actual Jefe de la Ertzainzta, Sr. Bujanda, cuyo mejor argumento antes la incomprensión de las Jefaturas de las Comisarías a su aseveración de que la incorporación de nuevas promociones resuelve las carencias en Investigación o en otras especialidades, se concentra en la expresión «NO ME QUIERO ENFADAR».

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