UNA PISTOLA Y VEINTICINCO BALAS. El fin de un proyecto.

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El día 19, viernes, terminó para mi uno de los proyectos más queridos de mi vida. No hablo de la vida profesional, que la mía está harto alejada del mundo de las letras, sino de algo más profundo. Me refiero a lo que fue mi peripecia vital durante muchos años y la huella que ello me dejó en muchos aspectos. Haber tenido la fortuna de narrar el trabajo de los escoltas privados en el País Vasco durante los años del terrorismo, del éxito de su labor, gracias a la cual hoy vivimos sin la zozobra de los atentados terroristas y, de algún modo marginal, haberme podido considerar incluido en su hermético mundo, ha supuesto para mi un hito. Y es que hay experiencias en la vida que no te dejan incólume, que te transforman aunque tú no lo hubieras querido y que, vistas desde la perspectiva del tiempo, te hacen reconocer que cambiaron tu vida. Ese ha sido mi caso.

He tardado más de un año en poner sobre el papel un libro de doscientas cincuenta páginas que, siempre lo digo, ya estaba escrito en mi cabeza desde hacía años. No me ha costado más esfuerzo que el de sacar tiempo de aquí y allá para redactarlo porque a medida que lo iba haciendo, las palabras me salían tan fluidas sobre el folio en blanco que, por un momento, tuve la osadía de creerme un escritor de verdad. Nada más incierto. Ahora que lo he terminado, siento que acaso no pueda volver a hacer algo así nunca más por la sencilla razón de que jamás alcanzaré vivencias de tal intensidad como las que tuve entonces al lado de aquellos que salen en las páginas del libro. Será en todo caso muy difícil. He empezado a pensar en alguna cosilla que tenía en la cabeza y es como si estuviera vacío. La pluma no va, las frases que escribo no son ocurrentes, carecen de chispa y no las veo como el futuro embrión de nada serio. Y eso que me apetecería seguir escribiendo. Pero dudo de mis capacidades para ello. Al final, quizá todo se deba a que uno es lo que es y punto. Un tipo que trabaja en la calle, que gasta suela, pasa frío y se la envaina cuando la política decide sobre lo profesional. Que cobra un sueldo por ello y al que el destino no le tiene deparada otra vida que la que lleva desde hace más de veinte años. Está bien, será así, pero siempre agradeceré a los dioses que me hayan dejado asomarme al maravilloso mundo de la escritura. Muchísimas gracias a todos por la acogida. Ahora, a la realidad, que ya tengo el uniforme preparado y las botas lustradas.

Una respuesta a “UNA PISTOLA Y VEINTICINCO BALAS. El fin de un proyecto.

  1. La verdad es que ya no se que decirte cesar, las gracias se quedan cortas a estas alturas. Siempre demostraste ser una gran persona y un gran compañero ,ojalá muchos de nosotros ,hubiesemos sido la mitad de lo que tu, siendo de otro gremio has demostrado ser, y tan humildes sobre todo.
    Perder un año de tu vida, familia, clases, etc….. Escribiendo la historia que como bien dices, otros no tienen porque escribir, ya dice todo…….
    Aún así…….
    GRACIAS COMPAÑERO

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